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miércoles, 8 de marzo de 2017

Trastorno de la Comunicación no Especificado 

Esta categoría se reserva para trastornos de la comunicación que no cumplen los criterios de ningún trastorno de la comunicación específico; por ejemplo, un trastorno de la voz (esto es, una anormalidad del volumen, calidad, tono o resonancia vocales). Clasificación según ICD-10 Trastorno específicos del desarrollo del habla y del lenguaje: • Trastornos del desarrollo del habla y del lenguaje Son trastornos en los cuales las pautas normales de la adquisición del lenguaje están alteradas desde los primeros estadios del desarrollo. Estas condiciones no son atribuibles directamente a anormalidades neurológicas o del mecanismo del lenguaje, ni a deterioros sensoriales, retraso mental o a factores ambientales. El niño puede que se comunique mejor en determinadas situaciones familiares que en otras, pero la habilidad para el lenguaje está deteriorada en todas las situaciones.

• Trastorno específico de la pronunciación 
Es un trastorno específico del desarrollo en el que la pronunciación de los fonemas por parte del niño está por debajo del nivel apropiado para su edad mental, pero en el que existe un nivel normal para el resto de funciones del lenguaje.
 • Trastorno del lenguaje expresivo
Es un trastorno específico del desarrollo en el que la habilidad del niño para expresar el lenguaje hablado está marcadamente por debajo del nivel apropiado a su edad mental, pero en el que la comprensión del lenguaje está dentro de los límites de la normalidad. Puede o no haber anormalidades en la pronunciación.
• Trastorno del lenguaje receptivo
Es un trastorno del desarrollo específico en el que la comprensión del lenguaje está por debajo del nivel apropiado a la edad mental del niño. En la mayoría de casos, el lenguaje expresivo está marcadamente deteriorado y son frecuentes las alteraciones en la pronunciación de los fonemas.
• Afasia adquirida con epilepsia (síndrome de Landau-Kleffner) 
Trastorno en el que el niño, que previamente ha hecho un progreso normal en el desarrollo del lenguaje, pierde las habilidades receptivas y expresivas de éste, pero conserva la inteligencia general. El comienzo del trastorno se acompaña de anormalidades paroxísticas en el EEG (casi siempre de los lóbulos temporales, normalmente de modo bilateral, pero a menudo con un trastorno disrítmico más amplio), y en la mayoría de casos también de ataques epilépticos.
Típicamente, el inicio está entre los 3 y los 7 años, pero el trastorno puede presentarse antes, después o durante la infancia. En un cuarto de los casos, la pérdida del lenguaje ocurre gradualmente en el período de unos meses, pero lo más frecuente es que sea abrupta, en el curso de días o semanas. La asociación temporal entre el inicio de los ataques epilépticos y la pérdida del lenguaje es variable, precediendo unos a la otra o viceversa, entre unos meses y dos años. Es muy característico que el deterioro del lenguaje receptivo sea profundo, y a menudo, la primera manifestación es la dificultad para la comprensión auditiva.
Algunos niños enmudecen, otros limitan su expresión a una jerga particular, y otros muestran un ligero déficit en la fluidez verbal, acompañado de disartrias. En algunos casos, la calidad de la voz se afecta, con una pérdida de las inflexiones normales. A veces, las funciones del habla fluctúan en las fases tempranas del trastorno. Los trastornos emocionales y del comportamiento son bastante frecuentes en los meses posteriores a la perdida inicial del lenguaje, pero tienden a mejorar cuando el niño adquiere otras formas de comunicación. La etiología de este trastorno se desconoce, pero las característica clínicas sugieren la posibilidad que se trate de un proceso inflamatorio encefálico. El curso del trastorno es bastante variable: unas dos terceras partes de los niños se quedan con un déficit del lenguaje receptivo más o menos severo y una tercera parte se recuperan completamente. • Otros trastornos del desarrollo del habla y del lenguaje

• Trastorno del desarrollo del habla y del lenguaje sin especificación: 
Esta categoría se debe evitar siempre que sea posible y solo se debe utilizar para los trastornos inespecíficos en los que hay un deterioro en el desarrollo del habla y del lenguaje que no se debe a un retraso mental o a deterioros neurológicos, sensoriales o físicos que afecten directamente al habla y al lenguaje. c) Clasificaciones basadas en criterios neurolinguísticos: Una aproximación alternativa de clasificación ha sido adoptada por Rapin y Allen (1983) quienes propusieron una nosología basada en la observación clínica de características lingüísticas de deterioro del lenguaje. Esta clasificación no se restringe a los niños con trastornos del lenguaje específicos, pues intenta que sea aplicable a todos los niños con dificultades del lenguaje, independientemente de si otros trastornos están presentes, como podría ser el caso del autismo. El tipo de trastorno más común que reconocen es el síndrome fonológico-sintáctico, donde el niño tiene problemas en el aprendizaje del sistema de sonidos del lenguaje (fonología) y ha limitado el dominio de estructuras gramaticales (sintaxis) en el lenguaje expresivo. La mayoría de los niños que serían clasificados como casos de trastorno del lenguaje expresivo en el DSM-IV encajaría en esta categoría. Rapin y Allen distinguen el síndrome fonológico-sintáctico del síndrome de programa fonológico deficitario en el que las dificultades expresivas son tan severas en la comprensión del niño que es ininteligible, pero normal en la conservación. Otro tipo diferente de trastorno expresivo es el síndrome deficitario léxico-sintáctico, donde el niño habla claramente, pero tiene problemas para encontrar palabras y para la formulación de oraciones. En este caso, el lenguaje del niño no parece evidentemente anormal, cosa que hace que este tipo de problema puede pasarse por alto a menos que se usen valoraciones estandarizadas. Un tipo de trastorno de lenguaje receptivo poco común descrito por Rapin y Allen es la agnosia auditiva verbal que se diagnostica cuando un niño con problemas de comprensión severos tiene dificultad para interpretar sonidos del lenguaje. Muchos niños con afasia epiléptica adquirida recibirían este diagnóstico, aunque el diagnóstico también se aplicaría a otros niños con problemas de comprensión severos que tienen un trastorno de desarrollo. Se ven problemas de comprensión de diferente tipo en niños con síndrome semántico-pragmático. La semántica es la rama de la lingüística que tiene relación con el significado, y la pragmática hace referencia a cómo se usa el lenguaje en contextos diferentes. El diagnóstico para las anomalías del niño en este nivel se da en el contenido y uso del lenguaje, más que en los aspectos de la forma del lenguaje (e.g. gramática y fonología). Rapin (1982) resumió las características clínicas de estos niños como la inclusión de un discurso fluente, claramente articulado que puede ser ecolálico y con problemas en la palabra-clave y daño en la comprensión del lenguaje. Estos niños son habladores y pueden describirse como hiperverbales. Aquéllos que encajan en este cuadro clínico produce un lenguaje raro y impropio, en lugar de parecer sólo pobre para su edad. Aunque la nosología propuesta por Rapin y Allen parece ser un paso hacia adelante a la hora de redefinir la clasificación del trastorno del desarrollo del habla, cualquiera que intente aplicar este sistema en el ámbito clínico se encontrará que los límites de diagnóstico permanecen imprecisos. Varios estudios han encontrado que el perfil de deterioro del lenguaje ejecuta cambios con niños maduros (Bishop & Edmundson, 1987a; Scarborough Dobrich, 1990; el Whitehurst et al., 1991a), y es posible que alguno de los subgrupos que se han descrito corresponda a los diferentes puntos en el desarrollo, en lugar de ser entidades clínicas distintas.

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